Se olvidaron de la patria, del hermano, del amigo. Se olvidaron de las madres y mostraron su cuchillo. ¿A quién pregunto, señor, por qué está manchado el trigo si en la mina El Salvador mataron a sus amigos? Ellos estaban solos en ese norte vacío, reclamando por su pan tan amargo, tan mendigo, cuando un viento traicionero apretaba los gatillos. Ay, mina de El Salvador. ¡es de sangre mi dolor! Se olvidaron de la patria, se olvidaron de los niños. Dispararon a la espalda de un pueblo que no es cautivo. ¿A quién pregunto, señor, por qué el viento enfurecido cambió la vida en traición en la mitad del camino? Se olvidaron que una tarde un hijo cayó tendido en laguna del desierto tiñendo de sangre el río y el pueblo gritó angustiado reclamando por el hijo. Ay, mina de El Salvador, te mataron a traición.