Una leyenda

Julio Iglesias

Le gustaba en el verano 
alejarse de su casa  
y subir a la montaña, 
ver llegar a la mañana 
el cantar de las cascadas  
y el arrullo de las cañas, 
ver crecer a los trigales, 
su río lleno de agua. 
Y cantar por las veredas 
su libertad y esperanza. 
Y enamorar a una estrella 
entre la noche y el alba. 
Los inviernos los pasaba 
al calor de una cabaña. 
Y se sentía poeta 
entre todos los poetas, 
conquistador de cariños, 
de profesión peregrino, 
por compañero el destino 
y amigo de sus amigos, 
amante al llegar la noche 
de la estrella y del rocío. 
Era de vida bohemia, 
de corazón repartido, 
era su alma la lluvia 
que regaba los caminos. 
Por las sierras se escuchaban 
sus cantares, sus plegarias. 
Y a pesar de que te fuiste 
muy temprano de la vida, 
de tu montaña y tu río, 
tu mirada es el rocío, 
tu voz se quedó en el viento, 
tus penas por el camino, 
tu alma entre las montañas, 
tus lágrimas por el río. 
Tu libertad y esperanza 
no se han marchado contigo. 
Tu libertad y esperanza 
van andando los caminos. 
Por los montes y los ríos 
se oye el canto de aquel indio.
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