La siesta se ha puesto rubia, el sol dorándola está, y con su aliento ha dorado, las espigas del maizal. No salgas hijo al camino, que junto al espinillar, el Pomberito te espera, y al monte te ha de llevar. Duerme mientras yo cuidaré, que ninguno turbe tu paz, y que venga el niño Jesús contigo en el sueño a jugar. En el monte está la torcaz, arrullando un canto por ti, y ha callado el viento su voz, porque puedas hijo dormir, y puedas conmigo soñar. Duerme, duerme, ya. Duerme, duerme, ya. Duerme, duerme, ya.