Llega temprano. Con la fresca. El monte está allí, quieto. Casi se le oye respirar. El monteador se escupe las manos y lo mira... El hacha está ansiosa, desgaja inquieta. Sedienta de madera, resbala en la corteza. Después se hunde. Cae el tembetarí - perfumado, tristón - pero el hacha sigue. El coronilla - purito espinas y nidos - y el hacha brilla. El socará - con una flor roja y menudita - pero el hacha sigue, el hacha canta. Hacha y hacha por el monte, el monteador. Viene cortando la noche antes que el sol. El coronilla nudoso ya lo sintió. Tala de costa o caroba, ¿cuál bajará? Tembetarí o arrayán, ¿cuál volteará? Astilla en sangre que salta, hacha y sudor. Canta que canta el acero sin compasión. Cómo chilla en la chicharra; calienta el sol. Hacha y hacha por el monte, el monteador. El coronilla temblando se derrumbó.