Martín tenía un violín, pero nunca lo tocaba, pues amaba a Raquel y ella sola miraba. Raquel era mujer cruel, que del pobre se burlaba, yo solo te he de amar, cuando sepas tocar. A solas con su violín, practicaba y practicaba, pobrecito Martín, casi nada avanzaba, pero todo buen afán, tiene siempre recompensa y un buen día Martín, dominó a su violín. Martín tocaba el violín y a la gente la encantaba y hasta un ángel bajo, a escuchar su tonada, fue entonces cuando Raquel, comprendió cuanto lo amaba y le dijo a Martín, tuyo es mi corazón. Pero Martín respondió, de mi amor no queda nada, solo quiero al violín y a mi música amada y por eso murió la Raquel, al sentirse despreciada, es que el verdadero amor, mata la burla. Raquel…, Raquel….